Me miraste y caí rendida,
no lo pude evitar.
Mi corazón, cuerpo a tierra.
No lo pudo soportar.
Como un suave tornado,
tu fuerza me invadió.
No sirvieron las plegarias,
tu sonrisa me atrapó.
La locura de tu abrazo,
hizo temblar el suelo.
Y tus besos y tu voz,
eran mi único consuelo.
Como un mago me arrasas,
de misterio y magia.
Desesperado vienes,
y tu amor se me contagia.
Dime los días que faltan,
para sentir tu calor.
Y si los pájaros cantan,
oyendo nuestro rumor.
Un rumor de caramelo
y melodías que sanan.
Las penas entre mis manos,
urgente ya se desgranan.
¡Que todos callen! .
¡Que nadie hable! .
Silenciate, lengua de sable.
Que nadie agravie
esto tan nuestro.
Que este encuentro,
es sabio y maestro.
Nos mecemos con el aire,
sin saber ni dónde estamos.
El aliento tembloroso,
grita que nos amamos.
Tormentas de puro lujo,
dentro de nuestros pechos.
Palabras encadenadas,
que se demuestran con hechos.
Me miraste y yo caí,
y sin poderlo evitar.
En la caída sentí,
que yo podía volar.
L. Camino