QUE SE APAÑEN LOS VIEJOS

QUE SE APAÑEN LOS VIEJOS

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Si hay algo que últimamente me causa desazón es escuchar decir a alguien, ante un inconveniente o un suceso determinado: “son los tiempos que nos tocan y hay que

adaptarse”. Me causa tristeza y rabia. Pongamos, por ejemplo, algo tan habitual como pedir una cita con el médico. Ahora, por circunstancias sobrevenidas como la pandemia, se hace por internet, aunque esta medida quedará cuando el virus pase, si pasa. Algunos pensarán que es muy cómodo y, efectivamente, puede serlo, pero, ¿lo es de la misma manera para el señor o la señora de setenta u ochenta años? Evidentemente, no. Y aquí viene la frase manida de antes; son los tiempos y hay que adaptarse. Pues sí y no. Claro que uno tiene que intentar aprender lo que no sabe y manejarse ante los cambios, no lo pongo en duda, pero, ¿acaso esas personas mayores o sin la formación adecuada no comparten el mismo tiempo que los demás?, ¿este no es también su tiempo? Deberíamos entender que la gente mayor es más lenta ante determinados cambios de hábitos, y que, además en este caso concreto, en temas sanitarios, son los que deberían tener un acceso más fácil y con menos posibilidad de demora en su atención. No son nuestros tiempos, son los tiempos de todos, tiempos en los que está desapareciendo el sentido común y la empatía y sustituyéndose por un “sálvese quien pueda” despreciable e inhumano.

   No estoy en contra de las nuevas tecnologías y la digitalización (tampoco estoy muy convencido de que estas favorezcan a todo el mundo), de lo que estoy en contra es de la deshumanización, de no pensar un poco en quien no llega o le cuesta más. Estamos convirtiendo en dependientes a mucha gente para aspectos básicos de su vida cotidiana. Estas personas han trabajado mucho y muy duro para que las nuevas generaciones, en lugar de valorarlas y pensar en ellas, las arrinconen o desprecien en lugar de acompañarlas y facilitarles la vida. Me parece lamentable una concepción del mundo hecha desde el joven, sano y capaz para el joven, sano y capaz, y que no se tenga en la consideración que se merecen a todas esas personas que se han dejado los años y la salud por el camino para que nosotros seamos, precisamente, jóvenes, sanos y capaces.

Las coyunturas, las circunstancias, las manejamos nosotros, entre todos. Todos coexistimos en un mismo tiempo, y de nosotros depende incluir o excluir a las personas de actividades tan necesarias y habituales como ir a comprar, sacar dinero o pedir hora para el médico. A muchos, desde su soberbia, les parece todo muy sencillo. Desde su móvil o su portátil creen que el mundo y la tecnología no tienen secretos para ellos, que sólo existen ellos, que no hay nada más que ellos, cuando, en muchos casos, tardaron años en aprender a caminar, a hablar o a escribir (muchos siguen sin saber hacerlo) y fueron precisamente los que ahora dejan de lado quienes les intentaron ayudar. Comentaba un famoso actor que siempre decimos que debemos dejar un mundo mejor para nuestros hijos, pero que tal vez lo que habría que procurar es dejar unos hijos mejores para nuestro mundo.

Ismael Pérez de Pedro

Poeta