VOLVER A LAS ANDADAS

VOLVER A LAS ANDADAS

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La humanidad ha avanzado. Pintábamos con sangre de animales o con cataplasmas a base de plantas, escenas de guerra en las cuevas. Después usamos cenizas, o restos de ramas quemadas, a voluntad,

cuando conseguimos dominar el fuego. Y seguimos pintando la guerra. Tiempo después inventamos el papel, el lienzo y otras superficies, y nuevos productos y pinturas con las que volvimos a plasmar imágenes de guerra. Tenemos obras maestras de guerras al óleo, al carboncillo, al pastel; guerras en acrílico, en acuarela, en tinta china, guerras en gouache. Seguimos avanzando, creamos la fotografía, y capturamos para siempre imágenes de guerras, rollos de películas que revelaban el dolor y la miseria. Fotografiamos el hambre y el miedo con cámara compacta, o réflex, o instantánea. Paralelamente creamos el cinematógrafo, y, más tarde, el vídeo, y continuamos rodando el horror; en blanco y negro, mudo, con sonido, en color, en cinemascope, en ocho milímetros…Capturamos ya no solo la imagen sino también el sonido de la guerra, el sonido del pánico, el color del miedo. Y continuó el ser humano su evolución, y cualquiera puede grabar hoy con su teléfono el horror y la desolación y almacenarlo en aparatos con miles de gigas de memoria, mientras parece que perdemos a pasos agigantados la nuestra. Ahora la ¿evolución? nos ofrece la guerra a un clic; guerra en 5g, en 4k, en no sé cuántos píxeles. Hay tantas formas de atrocidad como de dejar constancia de ella.  Quizás la evolución cronológica sólo pueda llevar al ser humano a la involución moral, no lo sé. Tal vez no estemos programados genéticamente para nada más que esto, o lo estemos principalmente para esto, y todo lo demás, todos los hitos de nuestra historia sean simplemente efectos colaterales, residuos derivados de nuestra finalidad primera; destruirnos.

Ismael Pérez de Pedro

Poeta