Terapia reclamando sólo ser queridos por sus padres

Terapia reclamando sólo ser queridos por sus padres

Posiblemente no hay nada que me duela más que ver a hijos en terapia reclamando sólo ser queridos por sus padres.

No sé si somos conscientes del proceso de crianza de nuestros hijos. Cuando decimos que son una tabla rasa para aprender, aprehender, hacer, ser, estar, construir, imitar…, no lo decimos en balde. El niño viene programado por naturaleza para querer y aprender de sus padres. La mayoría de nuestros aprendizajes son vicarios (por imitación), y las figuras que tenemos más cerca, con diferencias, son nuestros padres.

Creo que ya lo he comentado alguna vez… Tengo una paciente que se refiere a su madre como “la madre que me parió”, ya que la abandonó con apenas seis añitos de edad y la dejó a cargo del padre y una tía abuela. Comenta que no quiere parecerse a ella, que no ha tenido hijos para no parecerse a ella, y cuanto más intenta alejarse del “estigma” de su madre, más se va acercando. Sólo pedía ser querida y valorada por la madre. Qué había hecho ella para que la dejara y no la llevara, para que no volviera a contactar con ella.

Tengo un paciente al que su padre abandonó, y no supo más de él hasta la mayoría de edad, cuando ya estaba trabajando, para ver si podía incluirlo en su trabajo, porque estaba sin él.

Otra de mis pacientes ha trabajado todos estos años para traer dinero a casa, de la madre, continuamente enferma. Dinero administrado por la madre, que para eso es la madre, divorciada de un padre ausente, al que la “nueva” familia no admite a la hija de la “antigua” familia.

A otra de mis pacientes, recientemente acude a consulta, porque su madre le ha dicho que ha sido un error en su vida, que no tenía que haberse quedado embarazada.

¿Qué une a todos estos pacientes? Sencillamente, sólo quieren ser queridos y aceptados por sus padres.

Los hijos se esfuerzan en llamar la atención, que los padres se sientan orgullosos de sus hazañas: laborales, estudiantiles, personales, sociales… Intentan por todos los medios llegar a unos padres, en ocasiones absorbidos por dar una vida digna a sus hijos. Quizá no se requiera tanto esfuerzo, tanto regalo compensatorio, y sí más tiempo de calidad con ellos, que no en cantidad.

Un abrazo, un te veo, un sé que estás haciéndolo todo lo mejor que sabes y puedes, en ocasiones es mejor que media hora de tiempo sin contacto, sin conversaciones y sin interacción.

Los pacientes consultan cómo pueden reducir esa ansiedad que se les ha creado una vez han crecido. Una vez entienden la conducta de esos padres, porque la están desarrollando ellos.

Cuadros importantes de consumo de sustancias, de ansiedad generalizada que les impide seguir su día a día de forma normal, trastornos de conductas alimenticias, conductas inusuales en su edad y desarrollo, pensamientos intrusivos, rumiación hasta padecer insomnio…

Todo ello genera malestar y entorpece las actividades de vida diaria de las personas y acuden a consulta buscando soluciones y buscando explicaciones de por qué ocurre, qué pueden hacer para aliviarlo y para solucionarlo, incluso para erradicar esas conductas y pensamientos que no les dejan funcionar de forma normal.

¿Qué debemos hacer en estos casos?

No tengáis miedo a consultar con un psicólogo, no os creáis ningún estigma por ello, ni significa que no podéis llevar una vida como el resto de las personas. Sencillamente, necesitáis de otra persona para trabajar aquello que os impide llevar una normalidad adelante. No leemos mentes ni somos jueces ni nada por el estilo. En nuestro título pone psicología, nada más.

Sandra Sánchez

Psicóloga