A mediados de mayo recibí el primer premio de relato corto de humor en el certamen literario de Torre Llobeta, en el distrito barcelonés de Nou Barris. Es la tercera vez que consigo el premio, en diferentes categorías. Torre Llobeta es un centro cívico bien construido en todos los sentidos, con trabajadores y trabajadoras preocupados y ocupados en dar un servicio de cultura y entretenimiento a sus vecinos y a todos los que por allí se acerquen, repleto de actividades, talleres, cursos, salidas, actos, presentaciones, obras teatrales…Un engranaje inclusivo en el que la ideología es el crecimiento personal, es la concordia y es el respeto, y en el que la guerra lingüística no existe
Cultura
BASES :
Idioma: castellano.
Pueden participar todas las personas que lo deseen con un poema o un relato no premiado en otros concursos, escrito a máquina u ordenador por una sola cara.
Únicamente se podrá participar en una modalidad y con una sola obra.
Los ganadores de los primeros premios del certamen no podrán participar al año siguiente
¡La Unión! A esta población llegamos una mañana de septiembre con la idea de visitar la ciudad y alguna mina.
Evocar este nombre es volver a un pasado minero de muchos siglos. Sería presuntuoso e innecesario, por mi parte, hablar de su importancia. Solo indicaré que fue la mayor exportadora de plata y plomo durante la época republicana del Imperio romano. Tras un pasado esplendoroso, a principios del siglo XX los yacimientos ya daban señales de agotamiento, que se acentuaron tras la Primera Guerra Mundial; comenzaba un penoso declive económico y un acentuado éxodo de la población, que habían venido, sobre todo, de Andalucía oriental. Esta
Hay un momento en que la tarde se entristece, es la hora crepuscular en la que el sol envía sus últimos rayos sobre las casas de Poble Sec; después, hay como un adiós esperanzado y se oculta tras Montjuic. Entonces el barrio respira de otra forma, bulle la vida por Blai o en la plaza del Sortidor, vecinos y forasteros ven pasar el tiempo en las terrazas de los bares, que este fue siempre un barrio acogedor.
Los más viejos recuerdan cómo la luz renacía impetuosa y afloraban los estridentes carteles de los teatros: Talía, Olimpia, Arnau, Apolo, Condal, Victoria…, nombres mágicos que perduran en la memoria de los que los vieron.
La plaza de la Iglesia de Castelldefels tiene bares de chinos, entidades financieras con personas aguardando su turno a la intemperie para ser atendidos, haga calor, frío o llueva, según la nueva normativa para algunos clientes. También, tiene diez bancos de madera para que se sienten los jubilados.
Allí está la sede del ayuntamiento y, cómo no, una iglesia de principios del siglo XX, que da nombre a la plaza, consagrada bajo la advocación de la Virgen de la Salud, porque hubo hace tiempo una epidemia de paludismo que asoló estas tierras. Diseñada por el arquitecto modernista Enric Sagnier, por fuera no es demasiado vistosa, pero le ocurre como a algunas personas, que lo mejor está en su
Otra vez septiembre y acuden Kalita y Lúa;
bienllegado desorden,
ellas son nuestro doméstico árbol de la vida.
Septiembre tiene días soleados
que hacen madurar la esperanza.
Tiene un azul más intenso,
donde otoño cursa mensajes y concilia luces.
Al salir las niñas del colegio las esperé en la puerta como he hecho varios años, pues hoy es el primer día del nuevo curso.
Al verlas, tuve una extraña sensación, como si
«A veces, todo lo que necesitamos es quedarnos quietos y observar», decía Hopper. Pude comprobar cuánta razón tenía cuando, una tarde de finales de mayo, estaba sentado en un banco disfrutando del komorebi, esas luces, siempre mágicas, que se filtran a través de las hojas de los árboles.
De pronto, una mujer de pequeña estatura surgió de un bosquecillo cercano en el inmenso parque de Inokashira Onshi. Vestida de forma llamativa y gorra amarilla, me pareció una duende.
Inesperadamente, se puso a tocar el violín. La música surgía de una forma que no soy capaz
Miguel Reija era un tanto sentencioso en la periferia, lo que le granjeaba más de una incomprensión en personas predispuestas. Pero resulta que las periferias difícilmente nos muestran lo mejor de las ciudades.
Para conocer bien una ciudad hay que penetrar en ella. Recorrer sus calles, disfrutar sus monumentos, hablar con sus moradores… Hay que llegar a su corazón, a la Plaça Catalunya, por poner un ejemplo.
En Plaça Catalunya, Miguel ya era otro: dialogante, un pelín tímido y siempre, siempre,
En el tiempo que estuvo preso Miguel Hernández, Josefina Manresa, apenas pudo verlo, ya que solo podían visitar a los presos los familiares y al no reconocer la autoridad franquista el matrimonio civil, esta no estaba considerada su esposa. Según la terminología de la época, estaban amancebados. En una carta, le contó a Miguel que solo comía cebollas y patatas cocinadas en un mísero guiso. Este le contestó desde la cárcel de Torrijos, en Madrid, con el sobrecogedor poema Nanas de la cebolla, donde el poeta se desgarra. Expresa su impotencia y el temor de no verlos a ella y a su hijo nunca más.
PRIMERA JORNADA
Llegar, tras dos horas de viaje, a un lugar de 42.500 hectáreas, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO en 2000, hábitat de águilas, buitres, búhos, avutardas, zorros, gatos monteses, ginetas, anfibios y reptiles en un paisaje sorprendente que la naturaleza ha moldeado con paciencia cósmica durante millones de años, y apenas poder bajarte del coche. Pasado un rato, le pedí por favor al conductor que parara para hacer unas fotos, ya que al resto de mis acompañantes no les llamaba la atención la maravilla que les circundaba. Incluso una de ellas permaneció sentada en el vehículo observando el teléfono mientras yo, intimidado por tanta belleza, de
En la calle Roser, 4, colindando con la mítica sala El Molino, que era el número 2 de la misma calle, nació el 15 de noviembre de 1945 Josep Perpiñá, hijo de un conocido barbero del barrio. Allí creció combinando sus estudios, cerca de hermosas e inalcanzables vecinas. Vestales, guardianas del templo del erotismo de nuestra juventud.
Josep pronto sintió la llamada del arte; no podía ser de otra forma y en 1955 comenzó a estudiar en el Conservatorio del Liceo. Al finalizar sus estudios en 1963, trabajó en una orquesta llamada Inspiración. Después vinieron Albert Cuartet
Maribel, a quien le han dado la última sesión de quimioterapia anteayer en el ICO, se coloca un turbante, se maquilla, se pone guapa y se va a hacer el vermut al Alba.
Me cuenta, con un brillito en los ojos, que ha sacado pasaje para Japón y quiere recorrer los santuarios de Kumano Kodo. ¡Felipe, son 99! No sé si me dará tiempo, me dice entrañablemente socarrona.
El Camino de Santiago ya lo hizo hace tres años, antes de que le diagnosticaran el mal.
Francesca, mi vecina, que cada año se viste de sheriff con dos pistolas, desfila en los carnavales del pueblo. El sombrero le tapa las cejas.
Hoy, 11 de junio, es domingo y todo está tranquilo a las 6:20 horas. Tan solo se oye algún timbre que llama a los enfermeros por alguna necesidad urgente.
Esta noche he dormido poco, quizá será porque no lo necesito. Durante el tiempo que he estado despierto he mirado al techo de la habitación buscando los caminos del sueño, algún rastro desapercibido, alguna palabra que no he escuchado con claridad en el momento más oportuno, a alguien que no acertaba con la habitación donde me encuentro, algún médico o enfermero o “un ángel de la guarda” que se me acerca con sigilo para no despertarme
La plaza de la Iglesia tiene, en las horas finales de la Fira d`Hiver, un aspecto nostálgico y tristón.
Hay una caseta de bocadillos con salchichas XXL, una muchacha que adivina el futuro, que a esta hora se aburre, un puesto donde venden libros y la propietaria se queja, cómo no, de lo poco que lee la gente.
Un poco más allá, en una esquina, está el único lugar con alegría en este anochecer: es donde venden bollos preñados. La cola la forman casi veinte personas y la certeza de que ya tienen la cena resuelta.
Los puestos de juguetes de artesanía son la imagen de la dignidad en este áspero mundo donde nos invade la modernidad
Mariluz no tuvo hijos, gestionó, como pudo y mal, la muerte de su marido a los pocos años de casarse y cuando murió sola y de pena, sus sobrinos, una catedrática, un médico y un funcionario de la Diputación de Jaén a los que no veía desde hacía más de un año, heredaron el piso de la calle Maestra, algunos euros y una finquita en Torredonjimeno. En el tanatorio, decían que había que ver lo que la querían y echaban de menos.
A Lucía se la llevó un cáncer de los que, según las estadísticas, se salvan el 95 % de los enfermos. Siempre fue hermosa y exclusiva.
Se acerca a mi ventana la luz que precede a un nuevo día. En medio de las sombras de la noche parpadean los ojos que vigilan el puerto de mercaderías de la cercana mar, en la costa. No se oye el ruido de los vehículos ni el ajetreo constante de las grúas que se mueven con sus brazos de metal trajinando con los contenedores.
Un poco más lejos, la torre de control de la terminal uno del aeropuerto vigila atentamente el movimiento de los aviones por las rutas del cielo.
Todo está tranquilo. Solo hay madrugadores que se desplazan y rompen este rato de paz deliciosa.
06:30
Cuando era joven, pensaba que sabía escribir. No sabía, pero escribía. Ha pasado casi toda la vida, ahora ya sé que nunca fui escritor, pero junto palabras.
Compongo historias mínimas que a casi a nadie interesan. Algunas veces, hasta me atrevo con poemas, que es mostrar mi intimidad, y tampoco importan a casi nadie.
La casa, los libros, los escasos amigos, el café matutino en soledad buscada. Hace tiempo que la vida es eso y paseos a Ca n`Aimeric, en la linde del Baix Llobregat y el Garraf, en busca de las niñas e intentar entender la difícil ecuación de por qué estamos aquí.
Hoy veo el horizonte más claro, más limpio y nítido, tras la ventana de mi habitación y dentro de mí mismo. Me encuentro mucho más optimista. Ayer llovió bastante y los árboles muestran sus trajes verdes e impolutos. Las calles han cambiado de apariencia. Los peatones están caminando con otro aire y otro garbo. Sus movimientos son más elegantes y enérgicos. ¿Será porque es la fiesta de San Isidro? No sé el motivo, pero podría decir que es el enorme deseo y la necesidad del agua y de la lluvia que tenemos. Porque el agua es salud y vida.