NO SOMOS NADIE
Herald y Annelise se besan, ya es abril y sus besos revolotean entre los veladores del Zúrich, tomados por guiris de Paellador y sangría.
Enfrente, al comenzar La Rambla, alguien ha improvisado un altar. Hay cientos de ramos de flores traídas por manos amorosas junto a fotos de Alexéi Navalny.
Declina el día; el silencio, las flores y las velas encendidas impregnan este lugar de tristeza.
Patria, etnia, bandera, derechos, identidad. Palabras que matan.
Hay muchos carteles en ruso, leo uno en castellano: «Paz para Ucrania, libertad para Rusia».
Leer, amar, escribir, hablar, tal vez, rezar. Palabras que alumbran.
No somos nadie entre la multitud.
Fuente de Canaletas, microcosmos en un mundo que nadie sabe gestionar.
Yo conozco otra ciudad, /de apenas media luz. / De ropas como guirnaldas / en los balcones. / Historias imposibles, / un cielo sin consuelo / y días que humedecen. / Mujeres en los portales, / soledad y cuatro palabras pobres / que se exilian, tal la vida, / camino de El Raval.
Felipe Sérvulo