HOY VEO EL HORIZONTE MÁS CLARO
Hoy veo el horizonte más claro, más limpio y nítido, tras la ventana de mi habitación y dentro de mí mismo. Me encuentro mucho más optimista. Ayer llovió bastante y los árboles muestran sus trajes verdes e impolutos. Las calles han cambiado de apariencia. Los peatones están caminando con otro aire y otro garbo. Sus movimientos son más elegantes y enérgicos. ¿Será porque es la fiesta de San Isidro? No sé el motivo, pero podría decir que es el enorme deseo y la necesidad del agua y de la lluvia que tenemos. Porque el agua es salud y vida.
En el silencio de la mañana he oído el canto de un mirlo en un árbol cercano a mi ventana. Entusiasmado, se me han cerrado los ojos y le he pedido que no se marchara aún, que siguiera recreándome con sus bellos gorjeos y sus melodías. Me ha hecho caso y me siento feliz por su regalo tan tempranero y espontáneo.
El sol ha nacido con más claridad y reparte su luz y su optimismo en la naturaleza recién lavada por el agua de la lluvia de ayer y la de esta noche que, aunque haya sido poca, ha hecho el milagro de hacerse presente y de alegrarnos algo la existencia.
Aún resuenan los truenos y cruzan el cielo de mi mente los rayos y relámpagos feroces.
Ahora llega el movimiento intenso y ruidoso, el ajetreo, el trabajo, el nuevo día, porque así es la vida, una rueda que está en continuo movimiento.
Saludos desde mi ventana. Agradezco el regalo recibido al despuntar este día maravilloso.
ANDRÉS GARCÍA MOTOS