SOSPECHA
UNA PALABRA, UNA MECHA. Intervención en la recogida del Primer Premio de Poesía en Almansa.
El poema “Sospecha “nace de un recuerdo, de una herida.
Una vivencia sepultada en el olvido que aflora como un fogonazo muchos años después. La poesía hace eso: rescata de la memoria una verdad y la hilvana en el poema con los hilos del lenguaje.
Un trabajo infatigable que da a cada palabra un vigor único, preciso, un valor de acto. Decimos “sospecha” y estalla: “un reguero de pólvora en la piel”. Escribimos “sospecha” y ¡chas! nos salpica un chasquido de aceite en la mejilla. Un espejo sonoro que refleja el fonema de la tercera sílaba: sos-pe- cha, chas-qui-do.
Una palabra que enciende una mecha y prende el movimiento. Una inflexión que pone patas arriba el orden anterior de nuestra vida en la página en blanco. Se abren las ventanas, las puertas, el mundo físico, el
Interior, salen a la calle en busca de pesquisas. Unas pistas dispersas que incitan a la poeta/detective a transitar por el misterio del lenguaje, atendiendo a la forma y el sentido. Husmeando como un sabueso la realidad no aparente, la sutil, la invisible. La poesía cuando espía la vida y se disfraza con gabardina, sombrero, gafas oscuras, periódicos, pilla in fraganti al otro, nuestro doble, lo hace con elipsis, símiles, metáforas…
Los versos largos reflexionan, sopesan el lastre de algunos adjetivos, buscan la ligereza del ritmo. Los versos cortos, íntimos, zozobran con
miedo al futuro y, al mismo tiempo, eligen una senda universal por fuera de la anécdota. Los materiales poéticos ensamblan la estructura.
Juntan las piezas como lo hacen esos paneles con fotos y nombres de sospechosos, que los investigadores componen para visualizar patrones de conexión entre ellos y que tanto nos fascinan en las películas y series.
La poesía quiere saber la verdad, aunque duela. Compasiva, no imparte condenas ni castigos porque se sustenta en la fragilidad de nuestra condición humana.
Y, el poema descansa en un final abierto para que el lector pueda completarlo con el bagaje de su propia experiencia.
Las lecturas nutren la memoria, cobran vida en nuestros textos. La poeta estadounidense Louise Glück, premio Nobel de Literatura 2020, dice: “que le atraen las elipsis, lo no dicho, la sugerencia, el silencio elocuente y deliberado”.
El poema “Sospecha” comparte esa poética y aspira a sugerir desde el interior de los versos un leve rumor, una resonancia, el eco de mi destino íntimo.