NATI RIBÉS, ACTRIZ Y OTROS ARTISTAS
Nati Ribés es actriz del grupo Metanoia, pero no actúa: da a luz sin anestesia a sus personajes, y, en el quirófano, los espectadores, damos testimonio de su trabajo y nos amamanta con la palabra, como a neonatos asombrados.
Se transfigura, ocupa el escenario y si tiene que llorar, llora porque le duele. Se desgarra y las lágrimas le brotan de los ojos, que son del color de los castaños cuando llega el otoño, resbalan por su rostro compungido y se pierden camino del mar.
En un instante, cambia de registro y si tiene que reír, lo hace y ya es otra. Sabemos que su risa es auténtica, pero intuimos, que, al reír, qué contradicción, está sufriendo, porque el desarrollo de la representación, como la vida misma, tiene pocos momentos felices y esa alegría es circunstancial en toda la obra.
Actrices como ella, naturales, son rizoma de teatro actúan y afloran emociones y afectos. Conmueven cuando baja el telón, se apagan las luces del escenario y al abrazarlas, aún están temblando.
Muchos de los poetas jóvenes que conozco sueñan con ser otro Marwán, que tiene su gracia y gana tantísimos euros en cada actuación. Estos muchachos gastan sus ilusiones en slams, donde, también, algunos tienen su gracia, mientras recitan. Otra cosa, es leerlos. Luego, están los insufribles, los que han escrito algo, lo han editado en Amazon y en cuanto te descuidas, te sueltan un poema. Algunos se creen que son la reencarnación de Rimbaud o Neruda, según su procedencia.
Tengo un amigo, Víctor Font, buen poeta, de la Asociación de Escritores de Cataluña, que los mantiene a raya. Les dice rotundamente: ¡si me leas, te leo! Mano de santo, me asegura entre risas.
Felipe Sérvulo