LA VIDA ES OBSTINADA
Como alegoría de que la vida renace en los momentos más terribles, tenemos el ejemplo de los hibakujumoku, árboles que sobrevivieron a la explosión atómica de Hiroshima y que volvieron a brotar a los pocos meses.
En las comunidades donde existen, se les considera auténticos monumentos conmemorativos, casi sagrados para la cultura nipona, pero no es fácil encontrarlos, ya que no hay trazado ningún itinerario oficial para saber dónde se pueden observar. Algunos han
perdurado en los jardines del castillo de la ciudad, erigido en 1590 y destruido por el bombardeo de 1945. Fue reconstruido en 1958 con hormigón en sustitución de la madera original y es una réplica que actualmente es el museo de historia.
Esta fortaleza no sobrevivió a la bomba, pero sí lo hicieron un acebo, un eucalipto, un sauce, algún cerezo que floreció triunfante en el siguiente sakura, todos ellos a pocos centenares de metros del epicentro.
El arma letal, que acabó con la vida en varios kilómetros a la redonda, no pudo, en cambio, con seres que se resistieron a morir y que se han convertido en un símbolo de la resiliencia y esperanza del pueblo japonés.
Antes del equinoccio, / sakura sin flor, / sin aves ni ardillas voladoras, / isótopos, neutrones, / reacción en cadena./ ¡Nunca más! ¡Nunca más! / Que siga el sol naciendo. / Que siga el sol naciente.
Apenas despunta el día, salgo aturdido del hotel, amanece muy pronto aquí y veo en la plaza Musashi Sakai a un grupo de personas mayores que han formado un círculo casi perfecto para hacer taichí.
El mundo gira vertiginosamente, pero ellos, parsimoniosos y seguros, hacen los movimientos justos para saberse vivos.
A nosotros, la prisa nos mata en Barcelona. Aunque, a veces, rebrota una historia y los recuerdos nos salvan:
Yanaka, en la lejanía, / es un horizonte gris. / Luego te acercas / y ves personas amables y ruidosas, / sorbiendo fideos udon, / que sonríen / y sonríes tú también. / No sabría decir / qué es lo que me aproxima a ellos. / Ni por qué sus ojos me resultan familiares, / ni la razón por la que sus palabras / no parecen forasteras. / Indican el tren de regreso, / sus estaciones, / su mapa topográfico, / su vecindario. / Volver, / por menos de doscientos yenes, / volando.
Felipe Sérvulo