La encontré cuando la tarde palidece, cuando las aceras se llenan de colores y pasan parejas presurosas. Volvimos al bar del Palau donde tantas tardes habíamos compartido con Borges y Ángel González. Hablamos de cosas intrascendentes, hablamos del tiempo, de Domingo, que se nos fue tan joven. Del pobre Enrique y de esta tierra que se asfixia en sus delirios.
—Qué frío viene este febrerillo mocho.